Desde los primeros años de vida, y a partir de las propias posibilidades de cada niño, este nivel brinda oportunidades mediante experiencias adecuadas, tanto en cantidad como en calidad, que contribuyen a la mejor estructuración de la personalidad.
La capacidad de aprender que toda persona manifiesta debe ser estimulada y ejercitada de manera tal que, al ir alcanzando los diversos logros, el niño pueda llevar a cabo nuevas conquistas.
El juego será la base fundamental para toda realización poniendo una serie de actividades organizadas que posibiliten la actuación natural y espontánea de cada niño.
Así logramos niños curiosos, activos y participativos que exploren, investiguen, se equivoquen y revisen sus conocimientos, a la vez que aprendan normas de comportamiento social.